miércoles, 12 de noviembre de 2014

Bingo - El perfecto Prefecto.

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Semana 6
Nº 5: AU: Harry Potter
Sherlock / John
(Sherlock BBC) 
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Sherlock Holmes, Prefecto de Ravenclaw y destacado alumno del colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, caminaba con paso seguro, tranquilo y elegante por los pasillos del castillo. Su ronda nocturna siempre era la ocasión perfecta para pensar y meditar sin los molestos ruidos de niños corriendo, hechizos mal pronunciados y pócimas hirviendo a un punto equivocado.

Después de asegurar que todos los alumnos de Ravenclaw estuvieran en sus respectivos cuartos, recorrió por última vez el piso completo. Subió con paso ligero por las escaleras cambiantes y llegó al piso superior. Caminó por el puente techado en donde Helena, el espíritu errante de la hija de la fundadora de su casa, siempre era vista. Dobló a la derecha, sacó su varita y abrió una puerta con un susurrado "Alohomora". Avanzó por los oscuros pasillos sin prisa y llegó hasta el baño para Prefectos.

Un águila de piedra protegía la entrada secreta, que solo se abría con la palabra clave. Palabra que solo sabían los Prefectos.

-"Elemental". -dijo con voz clara.

De inmediato la estatua reveló una entrada, por donde Sherlock entró cauteloso. Miró a su alrededor y se dejó acariciar por la oscuridad. Escuchó una respiración agitada, por sobre la suya calmada. Sonrió y aflojó su corbata. Antes de poder encender las velas en los candelabros, un cuerpo le fundió en un abrazo.

-Creí que no vendrías. -Dijo una voz desde la oscuridad, pegando sus bocas en un beso, antes de que Sherlock pudiera responder.

El perfecto Prefecto Sherlock Holmes solía encontrarse a escondidas con el honorable Prefecto, de la casa de Gryffindor, John Watson, después de sus rondas.
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Izu: Nº 22: Mistletoe Kiss
Andy: Nº 14: Songfic

jueves, 6 de noviembre de 2014

Bingo - Primera persona.

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Semana 5
Nº 13: Free Space.
William / Hannibal
(Hannibal) 
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Cuando me desperté, abrí los ojos lentamente. Sentía los parpados pesados como cemento y el cuerpo liviano como si flotara sobre el lecho. Me incorporé sobre la cama, y pude mirarme. Estaba enterrado entre sabanas carmesí que me abrazaban coquetas. Entonces me encontré a mí mismo bañado en sudor de pies a cabeza y pobremente vestido. No recordaba bien qué había pasado, ni mucho menos cómo había llegado hasta aquel desconocido dormitorio bañado en penunbras. 

Me palpé la camiseta blanca pegada al cuerpo a causa del sudor y la sentí húmeda como si hubiera salido del agua hace un instante. 
Miré a mi alrededor buscando algún indicio del resto de mi ropa, del propietario del lugar o de cualquier señal que me indicara que estaba totalmente despierto y en un lugar seguro. 
Respiré profundamente para no entrar en pánico y sentí como el aire llenaba mis pulmones y alzaba mi pecho una y otra vez. Intenté pensar con claridad para recapitular los hechos que me llevaran hasta el presente.

Recordaba haberme levantado temprano para salir a pasear a los perros. Recordaba el olor de la nieve y los arboles congelados como perfume impregnado en la nariz. Recordaba la sensación de frío en mis pies cada vez que las botas se hundían en la capa de espesa nieve que cubría el suelo. Recordaba la nariz fría y las manos tensas por la baja temperatura. Recordaba haber usado agua muy caliente para ducharme, y recordaba el vapor abriendo cada poro de mi piel. Luego todo era una mezcla de paisajes de día y luces nocturnas.

Miré elreloj sobre la mesa. 5:20 a.m

-Soy William Graham, son las 5:20 a.m y no sé en dónde estoy ni con quién... -Susurré para intentar calmarme.

Una punzada, seguida de una fuerte presión en la cabeza, me obligó a encogerme sobre mi estómago. Se sentía como si un par de manos imaginarias me afirmaran por ambos lados y presionaran, como un globo, para sacarme los ojos a fuerza bruta. Me mantuve hecho un ovillo intentando de alguna manera controlar el taladro en mi cabeza. En el instante en que por fin cesó, me miré las manos que tiritaban de manera insistente.

En cuanto logré ponerme de pie, sentí las piernas fallar bajo mi peso. Caí de rodillas y mi percepción de la dirección se volvió difusa. Vi luces mezclarse con sombras en un baile por dominarse. 
Cuando estuve consciente de nuevo, él se encontraba junto a mi, vestido formalmente y con un delantal dramáticamente blanco sobre su traje.
Me tomó con una fuerza que no imaginé que tenía y me alzó desde las axilas para recostarme sobre la cama nuevamente.
Intenté preguntarle algo, pero mis labios no respondieron a mi orden, y por un segundo temí tragar mi propia lengua. Él sostuvo mi rostro, con una mano, mientras me hacía seguir uno de sus dedos con la mirada.

Le di un palmetazo a su mano alzada y recobrando parte de mis sentidos logré articular una frase.

-¿Por qué estoy aquí?
-Tranquilo. -Me dijo como si no hubiese escuchado mi interrogante.
-¿Por qué estoy aquí? -Insistí con una pronunciación aun torpe. -¿Me has drogado?
-Es morfina y te ha tranquilizado. -Respondió él con voz tersa. Comprobó mis signos vitales y luego se levantó de la cama dándome la espalda.
-¿Dónde está mi ropa?
-¿Will, no recuerdas nada?

Cuando se volteó y me miró, con su insolente inocencia fingida, me hizo dudar sobre decirle la verdad. Sin embargo, la morfina no me permitió elegir y antes de que me diera cuenta, mi boca articulaba las palabras que le entregaron la información que él requería.

-No recuerdo nada.
-Has llegado hace un par de horas. Jack te ha estado buscando, han encontrado un nuevo cuerpo...

A medida que él relataba lo sucedido, las imágenes en mi cabeza iban tomando forma. No supe bien si fue un vil truco de mi cerebro, que recreó cada palabra que él dijo y la convirtió en un recuerdo, o si ellas simplemente removieron algo que mi mente astutamente había bloqueado.

Me vi a mi mismo junto a un hombre desconocido. La noche fría nos cubría y las sombras protegían mi actuar. El hombre estaba desnudo y recostado sobre la nieve de espaldas. Sus brazos y piernas tenían sutiles cortes en lugares estratégicos. Me incliné sobre él y sostuve el aliento para no errar ningún punto. Dibujé sobre su boca, sus ojos y sus oídos tan gracioso como un cisne. Cuando terminé tenía la punta de la nariz helada, la mano acalambrada y de un tono morado por la falta del guante que entorpecía mis movimientos. Me incorporé y miré, desde toda mi altura, al hombre que yacía inmóvil sobre el manto blanco con tintes de granada. Saqué de mi bolsillo una jeringa, abrí la bolsa con sumo cuidado, acomodé la aguja en la punta y la llené de aire. En un movimiento, que yo mismo consideré rápido, la clavé sobre el pecho del hombre, a la altura de su corazón.  
Vacié el aire del envase y de inmediato el cuerpo, antes inmóvil, comenzó a convulsionar y a moverse incontrolablemente en espasmos desesperados. Gritos ahogados intentaban salir de su boca cosida, pero sus manos no respondían a sus ordenes y en vez de ir hasta su rostro, se sacudían violentamente, manchando la nieve un rojo intenso, sin llegar a levantarse. 

Me vi a mi mismo, sonriente, mirando como aquel hombre desconocido dejaba de moverse lentamente. 

Cuando volví en mi, mi primera reacción fue llevarme las manos a la boca para evitar que el vomito arrancara por mis labios. Me levanté de la cama y corrí sin saber cómo o por qué sabía en donde estaba el baño. Pero en cuanto entré me lancé hasta el retrete para vomitar. 

El Dr. Lecter entró tras de mi y sobó mi espalda mientras yo dejaba que mi estomago devolviera todo lo que había comido. 

-Tranquilo. -Me susurró. -Ya me he encargado de todo. Puedes estar tranquilo.

Le miré horrorizado. Sabía perfectamente a qué se refería. Podía imaginarle yendo hasta la escena del crimen para borrar cualquier signo que evidenciara mi autoría. 
Débil y abatido cómo me sentía, no pude hacer más que corresponder su abrazo cuando me rodeó firme para tranquilizarme. 

Pensé en lo irónico que era buscar ayuda en la casa de quien sabía, sería mi perdición.
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Con todo el amor y afecto, para "Le Walesko", pues le he prometido escribir esta entrada en primera persona. Fanática de Julio Cortazar, sé que ni rasguño su maestría, pero a arañazos se comienza a escalar. 
Larga vida a los Malones que fuman en patio inglés.
Larga vida a los que merodean.
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Izu: Nº 24: Handcuffed/Bound Together.
Andy: Nº 8: Crossover