viernes, 19 de diciembre de 2014

Bingo - No es un cuento para niños...

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Semana 8
Nº 15: AU: Fairytale/Myth.
Remus + Greyback
(Harry Potter/Marauders) 
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La mayoría de las madres se saben el cuento de memoria. Lo relatan sin pensar siquiera de donde viene. Los niños lo disfrutan tanto que no hay ninguno que se pregunte en realidad cómo una pequeña niña derrota a un lobo, cómo es que el lobo le habla, cómo le abren y sacan de adentro a su abuela aun viva... Bueno, así son los cuentos de hadas, solo que nadie sabe la historia real tras el cuento. Nadie comprende que de hecho, no es un cuento para niños.

Pocos saben que "Caperucita Roja" no era una niña. Que no iba al bosque a ver a su abuela, sino a su madre que había sido medicada alejarse de las ciudades a causa de su enfermedad. Que no fue su madre, ni su padre, quien le pidió que fuera a dejar la cesta con provisiones, solo, a la casa del bosque. Pocos saben que fue desobedeciendo una orden y sin avisarle a nadie. Que no fue un leñador el que le rescató, sino su propio padre. Que el pequeño casi muere esa noche y que nunca logró olvidarla.
Pocos saben que el lobo no era completamente lobo y que vivió muchos años más para arruinarle la vida a otras personas.

Es más, pocos saben que el apodo que la gente le daba no era "Caperuza Roja" sino "Narizota Roja", y que su padre cariñosamente había acuñado como "Naricita Roja" para que el pequeño no se sintiera tan mal. El niño era tan pálido que de su cara, lo único que resaltaba más que sus brillantes ojos color miel, era su nariz siempre roja por el frío. Era enfermizo, lo había heredado de su madre. 

"Hay un problema en el trabajo naricita roja" le dijo su padre esa tarde. "No podremos ir con mamá está vez".
"Puedo ir yo solo, ya soy un niño grande, ya cumplí cinco" le respondió él intentando alcanzar la cesta sobre la mesa.
"No, mi naricita roja, no lo eres y los niños pequeños no van solos al bosque." 

El pequeño no entendía por qué no le dejaba su padre ir hasta la casa en el bosque solo si él ya sabía el camino. Hinchó los cachetes en un berrinche que desapareció cuando su padre le dijo con tono autoritario "No saldrás de la casa hoy, naricita roja. El bosque es peligroso para un niño pequeño".

Nadie sabe que un sentimiento de preocupación contraía el corazón de Lyall Lupin desde que aquel hombre lobo había sido puesto en libertad. Nadie había creído en él hasta que encontraron los cuerpos despedazados de sus compañeros de interrogatorio. "Ocúpate de los Boggarts galeses, que es para lo que eres bueno" le habían dicho. Ahora ese tipo andaba suelto. Dentro del ministerio habían comenzado una investigación y varios magos estaban en la búsqueda de Greyback, pero nada daba resultados. 

"Ya soy un niño grande" se había repetido a si mismo el pequeño mientras caminaba por el oscuro sendero del bosque. 

Pocos saben que no le importó ir solo, que hiciera frío, que el cabello le molestara en la cara ni que la canasta le pesara tanto que se arrastrara por el suelo, hasta que un extraño hombre le intercepto.

"¿Qué hace un niño tan pequeño solo en el bosque?" le preguntó el alto hombre de ojos amarillos.
"Voy a la casa del bosque para entregarle comida a mi mamá" contestó él, inocente.
"¿Y qué comida llevas en la canasta?" le dijo el hombre acercándose. Entonces se sintió intimidado, y retrocedió un par de pasos. "¿Por qué no me dejas ver?" insistió el hombre,
"No" le dijo con la voz entrecortada, "tengo que llegar a la casa el bosque rápido, mi mamá está enferma".
"Yo conozco un atajo" le dijo, "tengo una idea, hagamos una carrera" 
El pequeño le miró interesado, el hombre siguió "Si tú llegas primero, te daré un premio, pero si yo llegó antes a la casa del bosque, tu me darás algo que yo quiero".
"¿Y cómo sabrás donde está la casa del bosque?" le preguntó. 
"Yo conozco todo el bosque" contestó el hombre.
"Bueno" accedió el pequeño. Y siguió el camino que el hombre le mostró, sin saber que era el camino más largo y no un atajo.

Nadie puede imaginarse la sensación que sintió el pequeño de ser observado durante su trayecto. Ni el mismo se dio cuenta de cuando comenzó a correr por el sendero desconocido, sin importarle que algunas de las cosas en la canasta se cayeran. No hay cantidad para decir cuánto deseaba llegar pronto con su madre, cuánto quería encontrar la casa y quedarse ahí para que su madre le cantara y cocinara alguna sopa que le calentara el cuerpo, cuánto quería acostarse junto a ella y beber chocolate caliente. Nadie se imagina cómo forzó sus piernitas para correr más rápido, ni que las lágrimas se le secaron en las mejillas mientras el viento le daba de lleno en la cara. Nadie se imagina el dolor de sus manitos por el roce de la pesada canasta, ni el alivio que sintió al ver la casa.

No hay cómo describir cuán oscura y lúgubre parecía la casa del bosque, rodeada de flores y verduras que su propia madre cultivaba cuando tenía suficiente ánimo. Ya no tenía esa aura de seguridad que alguna vez tuvo. No se puede describir la sensación de terror inundando cada parte de su cuerpo al no ver a su madre y no recibir respuesta, al llamarla con la voz débil y temerosa.

No hay quién pueda comprender la confusión en la cabeza del pequeño, cuando fue hasta la habitación de su madre y la vio ahí, sentada, intentando ocultar las lagrimas que brotaban de manera desesperada por su cara.

"Has venido mi pequeño naricita roja" le dijo entre sollozos. 
"Mama..." susurró el pequeño, "¿Por qué estás acostada mamá?" preguntó.
"Porque me he sentido cansada... " respondió
"¿Y por qué tienes la ropa rasgada mamá?" 
"Porque me he enganchado con las espinas de las rosas" Respondió ella, intentando acomodar la manga rasgada de su vestido.
"¿Por que lloras mamá? preguntó el pequeño.
"Porque me alegra mucho verte, mi vida" dijo la podre mujer sin poder aguantar más las lágrimas.

No hay nadie que haya sentido un terror más puro que el del pequeño a sentir la puerta cerrarse tras él y ver al hombre desconocido parecer más grande y tenebroso. 
"No dañes a mi hijo" gritó su madre cuando el hombre le sostuvo de un brazo y le acercó las uñas a la cara.
"¿Sabes qué ha dicho tu padre pequeño?" preguntó el hombre al sentir al niño llorar tan angustiosamente como su madre. 
"¡Mamá!" chilló el pequeño lleno de terror, había soltado la cesta y toda la comida yacía desparramada por el suelo.
"Él ha dicho que los hombres lobo son un mal sin alma, que solo merecen la muerte..." 

Hope intentó acercarse para rogar que no dañara al pequeño, pero en cuanto se movió el hombre enterró una de sus uñas en la nívea mejilla del niño, brotando de inmediato una gota carmesí.

"!Mamá!" gritó el niño desesperado. 
"Por favor...." rogó ella sin habla.
"No lo mataré" dijo el hombre, "pero veremos si tu esposo sigue pensando lo mismo teniendo un hijo así" 

Ante los ojos de Hope, el hombre enterró sus uñas cruzando la cara del niño con tres grandes rasguños de donde brotó la inocente sangre. 
Para cuando Lyall llegó, Hope lloraba abrazada del cuerpo de su hijo, pensando que este yacía muerto. Sin embargo él sabía que no lo estaba. 

"Piensas que soy un mal sin alma que merece la muerte" fue lo primero que dijo Remus Lupin cuando despertó después de su primera luna llena, amarrado a la cama con cadenas. 
"Nunca podría pensarlo" le dijo su padre soltando sus cadenas, con un nudo en la garganta tan apretado que le dolió cuando habló de nuevo. "Nunca, mi naricita roja."

martes, 9 de diciembre de 2014

Bingo - For the Team.

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Semana 7
Nº 25: AU: Band.
Haru / Rin 
(Free!) 
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-Seremos cantantes famosos algún día. -dijo Rin pasando su brazo por encima de los hombros de Haru.
-¡Sí! Tendremos millones de fans y haremos muchos conciertos por día... -dijo Nagisa eufóricamente, imaginando ya como sería su vida.
-Sería divertido. -susurró Makoto mirando a Haru, quien aun no decía una palabra.
-¡Vamos Haru! seremos famosos. Los cuatro, te lo aseguro. -Rin se paró en frente de él y alzó su meñique. -No, te lo prometo.

Haru miró más allá de ese par de ojos rojos, y por más que quiso no pudo evitar que un escalofrío le recorriera la espalda. Asintió despacio y alzó su meñique para alcanzar el de Rin.

Al día siguiente Rin se subía a un avión rumbo a Australia sin despedirse de nadie.

Haru se despertó sudando, con la garganta apretada por un grito de desesperación que intentaba salir desde hace años. Intentó levantarse sin que Makoto se diera cuenta, pero este ya estaba despierto.

-¿Pesadillas? -preguntó la dulce voz desde su cama, volteándose para mirarle a través de la densa oscuridad del cuarto.

Haru negó con la cabeza, incapaz de hablar. Se puso de pie, camino lo más derecho que le permitieron sus temblorosas piernas y entró al baño. Miró su reflejo en el espejo durante unos minutos, como si no se reconociera, entonces ahogó al mellado Haru con agua fría.

Rin había enviado una nota dos días atrás pidiéndole que llevara a los miembros de su grupo para que se reunieran nuevamente. Después de años sin verse, después de haberse ido sin decir adiós, después de miles de cartas sin responder, después de años sin saber de él, tenía el descaro de "solicitar" cosas. No tenía derecho.

-No, no tiene derecho. -dijo en voz alta mirando a los ojos de su reflejo.

Se secó la cara antes de volver a la cama.

Makoto seguía despierto, no había podido dormir en toda la noche. Había visto a Haru dar vueltas y vueltas en la cama como intentando escapar de algo en sueños. En una ocasión susurró un par de cosas que no logró entender y un nombre. Makoto sabía que Haru había estado soñando con Rin, pero prefirió no preguntar nada. Haru siempre evadía las preguntas sobre Rin, sin embargo, había accedido a reunirse con él después de tanto tiempo sin siquiera pedirle una explicación. Ambos pasaron la noche en vela, sabiendo que ninguno dormía, pero sin ser capaces de decir una palabra.

En cuanto los rayos del sol comenzaron a colarse por las persianas, Nagisa fue a buscarles a la habitación. Golpeó la puerta varias veces gritando sus nombres sin importarle la hora, ni las personas en las habitaciones contiguas. Makoto se puso de pie y le abrió, entonces entró en la habitación saltando sobre las camas como si volviera a tener diez años.

-Vamos, Rin nos espera. Ha pasado tanto tiempo. Vamos. Ya vístanse. 
-¿Sabían que el hotel es de él? -agregó Rei, entrando a la habitación cautelosamente.
-Nos contó una de las mucamas, dice que todo esto pertenece a Rin. Ha de haberlo comprado con la fortuna que hizo en ese programa de canto en Australia. -continuó Nagisa eufórico.
-Es un bello hotel. -Makoto miró a Rei, sabiendo que él entendería mucho mejor que Nagisa, que no era un buen momento para estar saltando sobre las camas.
-Eh, Nagisa. Ven, vamos a adelantarnos. Haru y Makoto nos alcanzaran luego.
-Sí. Vamos, nos vemos al rato. 
-Bueno, ya estamos aquí... -Makoto se puso de pie, y se encaminó a la ducha pero a medio camino dudo. -¿Quieres ducharte primero?

Haru negó, aun sentado en la cama. Makoto entró al baño y se quitó la ropa. Estaba listo para entrar a la ducha cuando escuchó a Haru golpear la puerta desesperadamente. Se puso la toalla para cubrirse y abrió, para dar paso a un deshecho Haru.

-No sé por qué acepté venir. No quiero. No quiero verlo.

Makoto le afirmó firme entre los brazos.

-Entonces no lo hagas. No te obligues, ni siquiera entiendo por qué accediste desde el principio...
-Quería demostrarme a mi mismo que sí era capaz de verlo y no odiarle por habernos dejado.
-Deja ducharme, luego te duchas y vamos a la recepción. Nos vamos de aquí.

Haru se separó del abrazo de Makoto y asintió, se sentía indefenso y un tonto. El corazón le latía tan fuerte al pensar en volver a Rin que no podía soportarlo. Mako entró nuevamente al baño, y mientras se duchaba, Haru guardó las pocas cosas que había llevado para el viaje, entre la ropa encontró la nota que había llegado a su buzón dos días atrás. La tomó entre sus manos, con el corazón palpitando sobre la mesita de noche y releyó lo que decía con las lagrimas a punto de escapar. Sentía la furia apoderarse de él con cada palabra, aunque no sabía bien si se sentía furioso con Rin o con él mismo. Arrugó la nota y la apretó en su puño hasta que los nudillos palidecieron. Cuando sintió que el agua de la ducha dejaba de correr, intentó calmarse y dejó que  la bola de papel arrugado se  deslizara por sus dedos hasta debajo de la cama.

-Ve, toma una ducha y nos largamos de este lugar. -Le dijo Makoto en cuanto salió del baño.

Haru se levantó, incapaz de mirarle, y entró en el baño cerrando la puerta.

Mako secaba su cabello pensando en marcharse cuanto antes de aquel lugar, fue cuando vio un papel arrugado debajo de la cama. Se agachó para recogerlo y lo estiró, mientras leía pequeñas gotas de agua que caían de su pelo dejaban perfectos círculos que corrían la tinta.

"Sé que ha pasado tiempo, pero te hice una promesa una vez y quiero cumplirla. Reunámonos de nuevo, trae a los chicos ¿Recuerdas aquella canción que escribimos años atrás y que nunca terminamos? Será la canción que nos haga famosos, a los cuatro. 

Nos vemos en dos días en la dirección del sobre. Les darán las indicaciones en la recepción. No se preocupen por ningún gasto.

For the team."

Makoto volvió a arrugar el papel y se vistió sin secarse bien. Tomó sus cosas y las de Haru. Mensajeó a Rei, avisándole que se iban, y en cuanto Haru salió y se vistió, le tomó la mano para sacarlo del hotel.

Mako ayudaba al chofer del taxi a subir las maletas, cuando Rin apareció en la puerta de la recepción, casi sin aliento y con el cabello revuelto. Haru le oyó gritar su nombre antes de que el taxi partiera. Mientras se alejaban del hotel, Haru se dio cuenta de que en realidad lo que no podía soportar, era volver a ver a Rin y no poder odiarle.
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Izu: Nº 11: Crossgender
Andy: Nº 17: Kidfic

miércoles, 12 de noviembre de 2014

Bingo - El perfecto Prefecto.

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Semana 6
Nº 5: AU: Harry Potter
Sherlock / John
(Sherlock BBC) 
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Sherlock Holmes, Prefecto de Ravenclaw y destacado alumno del colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, caminaba con paso seguro, tranquilo y elegante por los pasillos del castillo. Su ronda nocturna siempre era la ocasión perfecta para pensar y meditar sin los molestos ruidos de niños corriendo, hechizos mal pronunciados y pócimas hirviendo a un punto equivocado.

Después de asegurar que todos los alumnos de Ravenclaw estuvieran en sus respectivos cuartos, recorrió por última vez el piso completo. Subió con paso ligero por las escaleras cambiantes y llegó al piso superior. Caminó por el puente techado en donde Helena, el espíritu errante de la hija de la fundadora de su casa, siempre era vista. Dobló a la derecha, sacó su varita y abrió una puerta con un susurrado "Alohomora". Avanzó por los oscuros pasillos sin prisa y llegó hasta el baño para Prefectos.

Un águila de piedra protegía la entrada secreta, que solo se abría con la palabra clave. Palabra que solo sabían los Prefectos.

-"Elemental". -dijo con voz clara.

De inmediato la estatua reveló una entrada, por donde Sherlock entró cauteloso. Miró a su alrededor y se dejó acariciar por la oscuridad. Escuchó una respiración agitada, por sobre la suya calmada. Sonrió y aflojó su corbata. Antes de poder encender las velas en los candelabros, un cuerpo le fundió en un abrazo.

-Creí que no vendrías. -Dijo una voz desde la oscuridad, pegando sus bocas en un beso, antes de que Sherlock pudiera responder.

El perfecto Prefecto Sherlock Holmes solía encontrarse a escondidas con el honorable Prefecto, de la casa de Gryffindor, John Watson, después de sus rondas.
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Izu: Nº 22: Mistletoe Kiss
Andy: Nº 14: Songfic

jueves, 6 de noviembre de 2014

Bingo - Primera persona.

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Semana 5
Nº 13: Free Space.
William / Hannibal
(Hannibal) 
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Cuando me desperté, abrí los ojos lentamente. Sentía los parpados pesados como cemento y el cuerpo liviano como si flotara sobre el lecho. Me incorporé sobre la cama, y pude mirarme. Estaba enterrado entre sabanas carmesí que me abrazaban coquetas. Entonces me encontré a mí mismo bañado en sudor de pies a cabeza y pobremente vestido. No recordaba bien qué había pasado, ni mucho menos cómo había llegado hasta aquel desconocido dormitorio bañado en penunbras. 

Me palpé la camiseta blanca pegada al cuerpo a causa del sudor y la sentí húmeda como si hubiera salido del agua hace un instante. 
Miré a mi alrededor buscando algún indicio del resto de mi ropa, del propietario del lugar o de cualquier señal que me indicara que estaba totalmente despierto y en un lugar seguro. 
Respiré profundamente para no entrar en pánico y sentí como el aire llenaba mis pulmones y alzaba mi pecho una y otra vez. Intenté pensar con claridad para recapitular los hechos que me llevaran hasta el presente.

Recordaba haberme levantado temprano para salir a pasear a los perros. Recordaba el olor de la nieve y los arboles congelados como perfume impregnado en la nariz. Recordaba la sensación de frío en mis pies cada vez que las botas se hundían en la capa de espesa nieve que cubría el suelo. Recordaba la nariz fría y las manos tensas por la baja temperatura. Recordaba haber usado agua muy caliente para ducharme, y recordaba el vapor abriendo cada poro de mi piel. Luego todo era una mezcla de paisajes de día y luces nocturnas.

Miré elreloj sobre la mesa. 5:20 a.m

-Soy William Graham, son las 5:20 a.m y no sé en dónde estoy ni con quién... -Susurré para intentar calmarme.

Una punzada, seguida de una fuerte presión en la cabeza, me obligó a encogerme sobre mi estómago. Se sentía como si un par de manos imaginarias me afirmaran por ambos lados y presionaran, como un globo, para sacarme los ojos a fuerza bruta. Me mantuve hecho un ovillo intentando de alguna manera controlar el taladro en mi cabeza. En el instante en que por fin cesó, me miré las manos que tiritaban de manera insistente.

En cuanto logré ponerme de pie, sentí las piernas fallar bajo mi peso. Caí de rodillas y mi percepción de la dirección se volvió difusa. Vi luces mezclarse con sombras en un baile por dominarse. 
Cuando estuve consciente de nuevo, él se encontraba junto a mi, vestido formalmente y con un delantal dramáticamente blanco sobre su traje.
Me tomó con una fuerza que no imaginé que tenía y me alzó desde las axilas para recostarme sobre la cama nuevamente.
Intenté preguntarle algo, pero mis labios no respondieron a mi orden, y por un segundo temí tragar mi propia lengua. Él sostuvo mi rostro, con una mano, mientras me hacía seguir uno de sus dedos con la mirada.

Le di un palmetazo a su mano alzada y recobrando parte de mis sentidos logré articular una frase.

-¿Por qué estoy aquí?
-Tranquilo. -Me dijo como si no hubiese escuchado mi interrogante.
-¿Por qué estoy aquí? -Insistí con una pronunciación aun torpe. -¿Me has drogado?
-Es morfina y te ha tranquilizado. -Respondió él con voz tersa. Comprobó mis signos vitales y luego se levantó de la cama dándome la espalda.
-¿Dónde está mi ropa?
-¿Will, no recuerdas nada?

Cuando se volteó y me miró, con su insolente inocencia fingida, me hizo dudar sobre decirle la verdad. Sin embargo, la morfina no me permitió elegir y antes de que me diera cuenta, mi boca articulaba las palabras que le entregaron la información que él requería.

-No recuerdo nada.
-Has llegado hace un par de horas. Jack te ha estado buscando, han encontrado un nuevo cuerpo...

A medida que él relataba lo sucedido, las imágenes en mi cabeza iban tomando forma. No supe bien si fue un vil truco de mi cerebro, que recreó cada palabra que él dijo y la convirtió en un recuerdo, o si ellas simplemente removieron algo que mi mente astutamente había bloqueado.

Me vi a mi mismo junto a un hombre desconocido. La noche fría nos cubría y las sombras protegían mi actuar. El hombre estaba desnudo y recostado sobre la nieve de espaldas. Sus brazos y piernas tenían sutiles cortes en lugares estratégicos. Me incliné sobre él y sostuve el aliento para no errar ningún punto. Dibujé sobre su boca, sus ojos y sus oídos tan gracioso como un cisne. Cuando terminé tenía la punta de la nariz helada, la mano acalambrada y de un tono morado por la falta del guante que entorpecía mis movimientos. Me incorporé y miré, desde toda mi altura, al hombre que yacía inmóvil sobre el manto blanco con tintes de granada. Saqué de mi bolsillo una jeringa, abrí la bolsa con sumo cuidado, acomodé la aguja en la punta y la llené de aire. En un movimiento, que yo mismo consideré rápido, la clavé sobre el pecho del hombre, a la altura de su corazón.  
Vacié el aire del envase y de inmediato el cuerpo, antes inmóvil, comenzó a convulsionar y a moverse incontrolablemente en espasmos desesperados. Gritos ahogados intentaban salir de su boca cosida, pero sus manos no respondían a sus ordenes y en vez de ir hasta su rostro, se sacudían violentamente, manchando la nieve un rojo intenso, sin llegar a levantarse. 

Me vi a mi mismo, sonriente, mirando como aquel hombre desconocido dejaba de moverse lentamente. 

Cuando volví en mi, mi primera reacción fue llevarme las manos a la boca para evitar que el vomito arrancara por mis labios. Me levanté de la cama y corrí sin saber cómo o por qué sabía en donde estaba el baño. Pero en cuanto entré me lancé hasta el retrete para vomitar. 

El Dr. Lecter entró tras de mi y sobó mi espalda mientras yo dejaba que mi estomago devolviera todo lo que había comido. 

-Tranquilo. -Me susurró. -Ya me he encargado de todo. Puedes estar tranquilo.

Le miré horrorizado. Sabía perfectamente a qué se refería. Podía imaginarle yendo hasta la escena del crimen para borrar cualquier signo que evidenciara mi autoría. 
Débil y abatido cómo me sentía, no pude hacer más que corresponder su abrazo cuando me rodeó firme para tranquilizarme. 

Pensé en lo irónico que era buscar ayuda en la casa de quien sabía, sería mi perdición.
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Con todo el amor y afecto, para "Le Walesko", pues le he prometido escribir esta entrada en primera persona. Fanática de Julio Cortazar, sé que ni rasguño su maestría, pero a arañazos se comienza a escalar. 
Larga vida a los Malones que fuman en patio inglés.
Larga vida a los que merodean.
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Izu: Nº 24: Handcuffed/Bound Together.
Andy: Nº 8: Crossover

domingo, 26 de octubre de 2014

Bingo - La chica desconocida.

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Semana 4
Nº 2: Crossdressing.
Sirius + James
(Marauders) 
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La noche del baile de Navidad era la instancia en la que todos los alumnos de Hogwarts se armaban de valor para invitar a la persona que les quitaba el sueño. Nadie quería aparecer sin acompañante esa noche. Las chicas se vestían con las mejores galas y las joyas más brillantes, se aplicaban hechizos para arreglar sus cabellos y tomaban extrañas pócimas para desaparecer imperfecciones de su rostro. Los chicos, simplemente procuraban asistir con la chica más linda esa noche.

La noche del baile, era también la mejor ocasión para hacerse con los mejores chismes, quién uso qué, quién hizo qué y con quién, cuánto bebió ella, con cuántas se enrolló él...

Esa noche, todos esperaban por los cuatro Merodeadores. Siempre eran ellos el punto cúlmine de la noche. Aquellas que tenían la fortuna de acompañar a Sirius o James, o al callado de Remus Lupin, estarían en boca de todos durante el resto de año, incluso aquella desesperada que aceptara ir con Peter.

Cuando Remus Lupin apareció, vestido con un elegante traje color gris, acompañado de una delicada muchacha de negros cabellos, todos se asombraron. En Hogwarts, incluso los profesores, decían que Helena era la reencarnación de Rowena Ravenclaw. Helera era inteligente, hermosa y su seriedad le daba un toque de elegancia que pocas chicas de sexto año tenían. Esa noche, Helena llevaba un vestido azul con encajes en los brazos y una diadema de plata con un águila. El emblema de su casa. 

Helena y Remus bajaron la larga escalera cuchicheando y sonriendo. No miraron, ni hablaron con nadie. Se perdieron entre la multitud dejando a todos curiosos por saber dónde estaban los demás.

Cuando apareció Peter Pettigrew, vestido con un extraño traje color mostaza y, acompañado de una rellenita y sonriente chica de Hufflepuff, a nadie pareció importarle. Así que pasó desapercibido entre la multitud hasta llegar con Remus.

-No puedo esperar a que lleguen Sirius y James. Será lo mejor. -dijo Peter sonriendo tontamente mientras tomaba de su ponche.
-Sigo sin estar de acuerdo con todo esto.
-Pero no los detuviste.
-Por favor Peter, ambos los conocemos...

Casi una hora después que sus dos amigos, apareció Sirius en lo alto de la escalera.
La música sonó más bajo, la multitud quedó en silencio y todas las miradas estaban puestas en él.
Sirius llevaba un traje negro como su cabello, y una camisa carmesí, sin abotonar completamente, que resaltaba su piel pálida. El cabello iba desordenado y húmedo, como si hubiera salido de la ducha hace un par de minutos. 
Bajó, guiñando el ojo a cuanta chica se cruzaba con su mirada, acomodándose los mechones de cabello húmedo, sabiéndose el centro de atención y sonriendo a todo el mundo, a pesar de no tener pareja.

Aunque todos sabían que no tener pareja nunca había sido un problema para Sirius Black, pues si así se lo disponía, solo necesitaba sonreír para quitarle la pareja a cualquiera de los chicos del salón. Lo había hecho una vez en cuarto.

Al llegar al final de la escalera, se quedó ahí, mirando a la multitud, buscando exageradamente a alguien.

-No puedo creer que hayan hecho todo este montaje. -susurró Remus.
-¿Tú sabes quién es su acompañante, Remus? -Preguntó Helena a su lado.
-No, -mintió. -pero creo que lo sabremos pronto...
-Ha de ser la chica más afortunada. -dijo con voz chillona la bajita acompañante de Peter.

En lo alto, una muchacha de lentes y cabello desordenado esperaba por su acompañante. Sirius, al verla, sonrió radiante. La chica le miró de soslayo, casi irritada, e intentó acomodarse un mechón de pelo que escapaba de su desastroso moño. El vestido carmesí, a juego con la camisa de Sirius, tenía un cuello en V que pronunciaba descaradamente su escote y un tajo que dejaba ver parte de su pierna.

La chica bajó tambaleándose, pues los tacos parecían ser algo nuevo para ella, sin embargo, llegó hasta su acompañante y sonrió. Todos en el gran salón la miraban atónitos.
La chica se colgó del brazo de Sirius y caminó junto a él entremedio de la gente hasta llegar donde estaban sus amigos.

-Hola chicos. -Saludó Sirius sin quitar la sonrisa del rostro, sosteniendo a su acompañante. -¿Qué tal va la noche?
-... De locos. -Cortó la acompañante de Remus sin poder despegar la mirada del escote improvisado con papel higiénico de la chica junto a Sirius.
-Peter... -Susurró despacio Emma, con los ojos abiertos como platos. -La acompañante de Sirius tiene pelos en las piernas... pelos muy grandres.
-Sí. -Le afirmó Sirius, provocando que la pobre Hufflepuff se sonrojara escandalosamente. -Es una naturista, le gustan las cosas así. Mira bajo sus brazos.

Sin que nadie pudiera evitarlo, Sirius tomó el brazo de su acompañante y lo levanto lo suficiente como para dejar ver una extensa y oscura mata de vellos axilares. La chica se sonrojó, pero no dijo nada.

-Por Merlin... -Exclamó indignado Remus. -Ven Helena, vamos a buscar ponche.

Sirius logró su cometido. Bailó toda la noche con su acompañante y no dejó ni por un segundo de ser el centro de atención. Durante el resto del año, miles de rumores se crearon sobre la misteriosa chica que acompañó a Sirius Black al baile de Navidad. Algunos decían que era un fantasma del sexto piso que Sirius convenció de ser su acompañante. Otros, decían que era un hechizo y que en realidad la chica nunca existió. Los más imaginativos decían que Sirius trajo a la chica de afuera con polvos flu, y los más polémicos se atrevían a decir que la chica murió de felicidad y que la familia Black sobornó a Dumbledore para que no se supiera nada.

Lo cierto era que nadie lograba acercarse a la realidad de los hechos.

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-Este año Lily me dirá que sí. Podría apostar mi cabeza. -Suspiró James, con el tono cargado de esperanza.

Sirius, James, Remus y Peter estaban acostados sobre las camas, en su habitación, comiendo grajeas y perdiendo el tiempo en vez de hacer sus deberes. Excepto Remus, él ya los tenía hechos.

-Entonces creo que perderás la cabeza, Jimmy.
-Cállate pulgoso, estoy seguro.
-Enviaré una lechuza a tu madre, será mejor que comience con los preparativos para tu funeral ahora.
-¿Qué quieres perder, Canuto?
-¿Qué quieres perder tú, Cornamenta? 
-Tendrás que ir un día completo vestido de chica. ¡No! Mejor aún, una semana completa. -Dijo James divertido.
-Trato. Pero si Lily no acepta ir contigo al baile, tendrás que ser mi acompañante.
-¿Qué? -James se tragó una grajea y se incorporó en la cama para mirar a Sirius.
-Si Lily no va contigo al baile, tú tendrás que ir al baile conmigo, como mi acompañante, vestido de mujer.
-Sé que Lily dirá que sí. -Dijo James seguro. -Así que comienza a buscar quien pueda prestarte una falda.

"Sé que Lily dirá que sí..." se repitió James cada noche hasta la noche del baile.
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Izu: Nº 21: Matchmaker.
Andy: Nº 5: AU: Harry Potter.

lunes, 20 de octubre de 2014

Bingo - Verde consuelo.

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Semana 3
Nº 17: Kidfic.
Lucius / Severus
(Harry Potter) 
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Solo su madre le había acompañado hasta la plataforma esa mañana fría en Londres, sin embargo a él no le importaba, su madre siempre había sido suficiente para él.

Cuando subió al vagón, un par de chicos pasaron junto a él golpeándolo sin cuidado. Uno de los chicos, de cabello revuelto y lentes, se había volteado con la intención de ayudarle a recoger las cosas que le había hecho tirar, pero su acompañante, un muchacho de cabellos negros y mirada soberbia, lo había tomado de un brazo y jalado para seguir corriendo. 

Se agachó para recoger las hojas desprendidas de su libreta y un par de lapices, cuando un olor conocido inundó sus sentidos. Una delicada y tersa mano le alcanzó los lapices, y cuando Severus alzó la mirada, se encontró con una amable sonrisa y un par de grandes ojos color esmeralda.

-Siempre dejas caer tus cosas Sev. -Le dijo la chica con un tono dulce.

Severus se encontró mudo ante la muchacha que aparecía ante él como un ángel de cabellos en llamas. 

-Ven, yo ya he ordenado mis cosas. Pone las tuyas junto a las mías. -Le indicó, guiándolo por el pasillo atestado de niños, unos gritando, otros llorando, otros simplemente corriendo de un lado a otro. Severus le siguió sin decir nada, con su helada mano pálida envuelta en el calor de la mano de ella.

Lily era su escape del mundo revuelto en el que vivía. Lily Evans, la niña que había conocido a la rivera de un contaminado río a los nueve años, que lloraba seguido porque su hermana Petunia le decía fenómeno, que podía borrar la tristeza de cualquier lugar con su voz dulce y su sonrisa cálida. Lily Evans, que siempre le había dedicado una mirada verde esmeralda que le confortaba, ahora miraba hacía su nueva casa y sonreía a los que serían sus nuevos compañeros durante siete años.

Cuando la bruja de puntiagudo sombrero le llamó para la selección, Severus caminó hacia la que sería su sentencia de por vida. Sentado, bajo los viejos pliegues del sombrero, Severus buscaba con desesperación el consuelo de la mirada de Lily, pero al no encontrarlo, su interior se llenó de soledad, pena e ira.

Solo cuando el sombrero bramó, con un seseo exagerado, "Slytherin", Lily volteó para mirarle, pero Severus ya había encontrado consuelo en un nuevo verde.

-Soy Lucius Malfoy, prefecto de Slytherin. -Dijo el chico. Era alto, de cabellos color plata tan brillantes y pálidos que hacían juego con su camisa. La piel nívea de su cara resaltaba el tono verde que acompañaba su uniforme y la elegancia de su voz era algo que Snape nunca había oído antes. -Yo velaré por ti en cuanto Slytherin esté bajo mi cargo.

Severus pensó que los ojos verde esmeralda de Lily ya no le traerían más consuelo, de ahora en adelante, el verde de Slytherin era su refugio.
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Izu: Nº 13: Free Space 
Andy: Nº 16: Sharing a Bed

sábado, 18 de octubre de 2014

Bingo - Hace mucho ruido cuando está despierto.

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Semana 2
Nº 1: Accidental Baby Acquisition.
Tony / Steve + Peter
(MARVEL) 
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Después de un largo día en el gimnasio y de una ducha tan caliente que casi le provocó sangrado de nariz, Steve Rogers se había dispuesto a dormir. El mundo le parecía tranquilo, pero Steve sabía que cuando las cosas estaban muy tranquilas significaba que algo demasiado grande se les venía encima. Sin nada que hacer ni misiones de S.H.I.E.L.D, Steve se encontraba entrenando cada vez más para matar el tiempo.

En su sencillo departamento en medio de New York city no se oía mas que su respiración y el lejano ruido de las calles nocturnas, un par de vecinos discutiendo y un bebe llorando a lo lejos. Su mente, cansada, se negaba a desconectarse para poder dormir. En cambio, se hallaba concentrado en cada uno de los sonidos que podía distinguir.

Dio un exagerado salto cuando el sonido del celular, que Fury le había obligado a llevar día y noche con él, sonó interrumpiendo sus pensamientos. Quitó las cubiertas de su cama, se levanto descalzo, buscó torpemente el interruptor de la luz y miró la hora. 4:50 a.m.

Se apresuró a contestar, pensando que tal vez sería una misión, algo importante, algo que por fin lo sacara de la rutina, de los pensamientos, los recuerdos. Cuando llegó a su chaqueta y sacó el celular reconoció el número sin mirar el nombre.

-¿Tony?... -dijo con el celular en la mano, sonando insistente, pero sin contestarlo. -Solo espero que no este ebrio.

En cuanto contestó, la voz agitada de Tony le alertó de que algo ciertamente no estaba bien.

-¿¡Steve!? ¡Dios Steve... estoy en un apuro, uno horrible... necesito ayuda, ahora, en el Pentho..............! tu, tu, tu, tu, tu. -La voz de Tony se escuchaba llena de terror. Tony estaba en un aprieto y aun peor, la forma en la que la llamada se había cortado había dejado el corazón de Steve palpitando sin control de angustia.

Sin pensarlo dos veces, se cambió de ropa y corrió escalera abajo poniéndose los zapatos en el camino. Montó su moto y a toda velocidad se fue al Penthouse de Stark.

Cuando llegó, los sistemas tecnológicos de seguridad que Tony tenía aplicados a las entradas del Penthouse retrasaron su paso. Sin embargo, en cuanto logró pasar las puertas principales nunca imaginó lo que ahí encontró.

Se quedó de pie, paralizado. Con los ojos y la boca abierta en una mueca que no recordaba haber hecho nunca en su vida.

Tony colgaba desde el techo en la pose mas incomoda que Steve había visto en su vida. Desde algún lugar fuera de su vista, salia un extraño hilo blanco que se esparcía por toda la habitación. Tony colgaba envuelto en ese hilo, con la cara roja, mientras trataba de alcanzar el celular en el suelo bajo de él.

-¡Steve! -gritó Tony horrorizado. -Ten cuidado, Steve. No tienes idea contra lo que te enfrentas.
-Shhhh. -le reprendió este. -Si gritas delataras mi presencia y mi posición ¿Contra qué nos enfrentamos? ¿Qué es esto? -Preguntó apuntando al extraño hilo blanco.
-Tengo una idea, pero no estoy seguro. -Le respondió Tony en un susurro. -Te importaría... No lo sé, tal vez bajarme de aquí... No se ha movido en un rato, creo que se durmió.
-¿Qué? ¿De qué rayos se trata Tony? ¿Es alguno de tus experimentos que salió mal?

Steve dio un par de pasos hacia Tony, entonces se dio cuenta del origen de los extraños hilos blancos. En la sala, sobre la acolchada alfombra roja de Tony, yacía un pequeño niño de no más de un año.

-Ahora si comienzo a asustarme Stark. -Steve no llamaba a Tony por su apellido a menos que la situación fuera realmente seria, y un bebe durmiendo en la sala de estar con Tony colgando del techo, calificaba no solo como sumamente seria, sino que preocupante. -¿De dónde sacaste a un bebe?
-Yo no lo saqué de ninguna parte. Me lo han dejado en la puerta.
-¿Es una broma, no?
-Demonios Steve, ¡Quieres bajarme de aquí! Creo que la sangre se me está agolpando en la cabeza.

Los gritos de Tony despertaron al pequeño niño quien de inmediato abrió la boca emitiendo un sonoro llanto acompañado de gritos y más hilos blancos en todas direcciones.

Steve se puso en cubierto detrás de uno de los sillones, agachado y confundido. Podía enfrentarse a un alíen, a un Dios Nordico loco, incluso a Tony con su traje y a un Fanático Nazi con una calavera roja como cabeza, pero definitivamente no sabía cómo enfrentarse a un bebe que gritaba como si lo estuvieran matando y lanzaba hilos pegajosos por las manos.

-Telaraña... -dijo, más para sí mismo que para Tony, cuando intentó quitar un poco de aquel "hilo blanco" de su chaqueta. -¿Qué le hiciste a este chico Tony? ¿¡Por qué puede lanzar telarañas!?
-¡Te digo que lo han dejado en la puerta vejete sordo! No le he hecho nada.

Steve miró al rededor en busca de algo que pudiera usar para distraer al pequeño o para lograr que se calmara. Se revisó los bolsillos de la chaqueta y del pantalón, pero no tenía nada seguro para entregarle a un bebe.

-En la cocina.
-¿Qué?
-Buscas algo con que distraerlo. -Le dijo Tony, que se cubría la cabeza para que no le llegaran mas telarañas. -En la cocina hay un peluche de Iron Man.
-¿¡Qué!? -dijo Steve está vez más sorprendido que en toda la noche.
-Listo, fue lo ultimo, en cuanto me logré bajar te compro de esos audífonos para ancianos.
-¿Por qué tienes un peluche de Iron Man?
-¡Me lo han han obsequiado! Las fans, ya sabes, siempre envían cosas, alguna loca me envió a su bebe mutante...
-Está bien, está bien. Pero que conste que no te creo ni un poco.

Steve se encaminó a la cocina gateando para evitar que el pequeño lo viera. Tony le perdió de vista por unos minutos, pero cuando Steve apareció de nuevo, a gatas, traía en la mano un cuchillo y dos bultos, uno azul y otro rojo.

-Te dije el de Iron Man vejete sordo.
-Pero también hay uno mio. -le dijo intentando contener una risita estúpida, al tiempo que le mostraba el peluche con el traje de Capitán América.

Steve pasó debajo de Tony, mientras este le gritaba desesperado ¡Entrégame el maldito cuchillo Steve!.
Volvió a esconderse tras el sillón y con cautela asomo el peluche de Iron Man, meneándolo insistentemente para llamar la atención del pequeño. Luego de unos segundos hubo silencio.

-Funciona ¡Steve, funciona! -Se balanceaba Tony desde su lugar en el techo.
-Shhh, Tony. 

Steve levantó el peluche de Capitán América y comenzó a menear ambos. Sin darse cuenta, una telaraña llegó hasta sus manos y le arrebató ambos peluches.
Se asomó para ver al pequeño niño que ahora jugaba con ambos peluches distraídamente. Era el momento perfecto.
Steve se puso de pie y fue hasta Tony, desgraciadamente no alcanzaba el lugar preciso para cortar la tela.

-Toma. -le dijo pasándole el cuchillo. -Tendrás que cortarla tu mismo. Yo te cogeré cuando caigas.
-Primero, evita usar la palabra "coger" conmigo y segundo ¿Estás de broma, cierto?
-No es tiempo de bromear Tony, solo le hemos distraído por un rato.
-Bien. bien... He caído de lugares mas altos... Caí desde el espacio. Puedo hacerlo, claro.

En cuanto la telaraña se cortó y Tony cayó, Steve le cogió firme. Por un momento Tony creyó que caerían ambos al suelo. Tony solía olvidar que Steve Rogers era un hombre difícil de derrumbar. Los dos, a gatas, se escondieron tras el sofá.

-¿Qué hacemos ahora?
-Llamar a Fury...
-¿Enserio?... y qué vas a decirle, "Aló, sí Parches, deja de salvar al mundo y pelear con alienígenas, necesitamos que vengas a cuidar de un bebe que tira telarañas..." Sabes, -dijo pensativo.- en realidad no suena tan mal.
-En realidad no, excepto por la parte de "Parches". -Tony se volteó a mirar a Steve horrorizado. Desde su mano la voz de Fury había contestado a lo que él había dicho.
-Recuérdame quitarle el maldito teléfono a Rogers, Fury.
-Ni en tus sueños, Stark, es mas útil de lo que parece sabiendo manejar ciertos aparatos tecnológicos.
-Sí, sí, ahora dinos que diantres hacemos con el pequeño monstruo que tenemos lanzando telarañas.
-Arréglenselas por un par de horas. Enviaré a alguien que no esté ocupado salvando al mundo a ayudarlos. -Dijo Fury con tono sarcástico antes de cortar la llamada.
-Demonios... -dijo Tony afirmándose la cabeza. -Pensemos con la cabeza fría ¿Qué tipo de cosas necesita un bebe?
-Bueno, primero que todo necesita leche materna, pañales limpios y dormir.
-Perfecto, ya que eres un experto, tú te encargaras de él. Yo veré qué puedo averiguar sobre sus padres.

Steve se puso de pie y caminó con cautela hasta el pequeño. Miró la canasta en donde las mantas removidas dejaban ver una doblada nota escrita con letra apresurada. Tony le miraba oculto tras el sofá, esperando alguna indicación del rubio.

-Creo que ya no tendrás que averiguar nada sobre los padres, Tony... ¿El nombre Richard Parker significa algo para ti?

La cara de Tony cambió radicalmente. Salio de su escondite y caminó hasta donde Steve sostenía la nota entre sus manos.

-Trabajé con él hace un par de años. Quiero decir, él me pidió ayuda con un par de cosas, nada muy serio... ¿Qué dice la nota?
-Dice que probablemente él y su mujer ya no estén vivos y que todo su trabajo científico está en su hijo Peter... ¿Qué es esto Tony?
-Es algo más serio de lo que parece. -Dijo Tony con un tono que dejaba afuera toda broma o jugueteo. -J.A.R.V.I.S, protege la casa. Nadie puede entrar ni salir sin mi autorización, avísame cuando llegue S.H.I.E.L.D y ten un registro de cada agente, para asegurarnos de que no son impostores. 

Tony recogió su celular del suelo, marcó el numero de Richard varias veces antes de resignarse.

-Dios... -susurró sentándose en el sofá cerca de Peter.
-¿Vas a explicarme que está pasando? -le espetó Steve sentándose a su lado. -Creo que me lo merezco ya que me has encerrado aquí contigo sin siquiera preguntarme.
-Richard trabajaba para Oscorp, me pidió ayuda con unos dispositivos que no lograban mantener frías unas muestras que necesitaba para un proyecto en el que estaba trabajando. Le ayudé con su problema y no supe más de él, solo me buscó para ayudarle con los contenedores para las muestras pero no supe nada del proyecto.
-Pero de una u otra forma obtuviste información sobre el proyecto ¿No?
-Claro que sí, encontré todos los archivos, incluyendo unas grabaciones que Richard hacia para dejar constancia del avance de este... Nunca entendí que buscaban, pero estaban creando una mutación entre el ADN humano y el de las arañas. 
-Por eso Peter puede lanzar telarañas.
-Eso creo, lo que no entiendo es ¿Por qué probaría el ADN mutante en su propio hijo?
-Lo que a mí me intriga aun más es ¿Por qué diantres dejaría cualquier persona un bebe a tu cuidado?
-Sí, sí, que gracioso... Mira. -Durante el rato en el que conversaba con Steve, el pequeño Peter se había dormido abrazando ambos peluches. -Se ha dormido.
-Entonces procura no hacer mucho ruido.

Steve tomó al niño en sus brazos y cuidadosamente lo depositó en la canasta, cubriéndolo con las mantas y dejándole los peluches junto a él.

-J.A.R.V.I.S llama a Pepper y dile que traiga comida para bebes de al menos un año, leche, y pañales... También una mamadera y un chupete. Dile que es de suma importancia que lo haga rápido, que es urgente.

Tres minutos antes de la llegada de Pepper con todo lo que Tony había pedido, Peter se había despertado llorando sin parar. Tony, sin embargo, le pidió a Pepper que dejara las cosas y se marchara.

-Tú vida puede correr peligro Pepper, no quiero que nada te pase. -Le dijo a través de la vídeo llamada a la puerta.
-¿Eso es el llanto de un bebe? -preguntó Pepper angustiada.
-Pepper, podemos controlarlo, no hay problema.

En ese instante Steve salió a recoger las cosas, Pepper le miró sorprendida, pero este se limitó a saludarla y entrar de nuevo.

-Ok, tenemos los pañales, los licuados, leche para preparar y todo lo demás.
-Creo que debemos probar con el chupete primero. -le dijo Tony.

Un minuto más tarde Tony tenía el chupete pegado a la cabeza con telaraña.

-¿Y si probamos dándole leche?
-Pero tú se la das esta vez. 

Al rato Steve se encontraba en el suelo limpiando la leche que Peter había derramado.

-Tal vez tiene hambre. -dijo Tony mostrándole a Steve los licuados de color verde musgo que Pepper les había llevado.

Tras leer las indicaciones y sentar al escandaloso bebe en una improvisada silla, intentaron entre ambos darle de comer. El resultado: Peter le lanzó una telaraña en la cara a Tony antes de que siquiera llegara con el plato para dárselo, de manera que Steve, Tony e incluso Peter quedaron llenos de papilla verde.


-Ahora tendremos que darle un baño... -dijo Tony intentando sacarse la papilla de la cara. -J.A.R.V.I.S prepara el jacuzzi.
-¿Estas enfermo Stark o te entro papilla en el cerebro? No puedes bañarlo en el jacuzzi, se ahogara.
-Tendremos que entrar con él entonces.

Mientras Tony buscaba algo en su armario que pudiera servirle al pequeño Peter mientras su ropa se lavaba, Steve lo desvestía para el baño.

-¡Santo cielo, Tony creo que ya se porque lloraba!
-¡Que asqueroso! como puede transformar la comida en eso... Debes limpiarlo antes de meterlo a mi jacuzzi así.
-¿Yo?
-Tu empezaste el trabajo, termínalo.
-Te han dejado el bebe a ti Tony, hazte cargo.
-Entonces desvístete, uno de los dos deberá estar con él en la bañera.
-Si no podemos con él fuera de la bañera, crees que yo solo podré con él dentro de ella.
-Entiendo, entiendo, no quieres perder la oportunidad de estar conmigo en un jacuzzi.
-En tus sueños Stark. 

Ambos se metieron en ropa interior al jacuzzi junto al bebe que salpicaba agua con risitas pegajosas.

-J.A.R.V.I.S libera burbujas.
-Sí señor.

Pequeñas burbujas salieron de los bordes del jacuzzi, haciendo a Peter aplaudir, Steve por un segundo se perdió en la escena. Entre los dos bañaron al pequeño y lucharon contra él a la hora de sacarlo del agua.

Finalmente, cerca de las diez de la mañana llegó el mismisimo Fury junto a la agente Romanof al Penthouse de Tony. Cuando pidieron ver al pequeño, Steve los guió a la habitación.

En la Californi King Bed yacía Tony con la mamadera en la boca y el pequeño Peter abrazado a él durmiendo plácidamente.

-Le agradecería si no lo despierta. Hace mucho ruido cuando está despierto... -le dijo Steve a la agente Romanof cuando esta se encaminaba hacía Peter.
-Es solo un bebe Cap. no puedo creer que les haya dado tanto trabajo.
-No me refería al bebe agente. -Natalia le sonrió y tomó al bebe con cuidado.
-Ven acá pequeño.- Le susurró con voz aterciopelada.

Tony siguió durmiendo y Steve encaminó a Fury y Romanof a la salida.

-¿Qué pasará con él?
-Nuestras bases de datos indican que Richard Parker tenía un hermano llamado Ben. Es un hombre ya adulto y está casado. El pequeño estará bien con ellos.
-¿Y ellos?
-S.H.I.E.L.D se encargará de su seguridad interviniendo lo menos posible en sus vidas. No hay nada de qué preocuparse Cap. el chico estará bien.

Fury salió del Penthouse y tras él, le seguía la agente Romanof. Peter iba ya despierto, pero en silencio, en sus brazos, mirando hacía Steve parado en la puerta con el corazón encogido. El bebe estiró la mano y una telaraña pasó junto a Steve.

Cuando se dio cuenta, Peter tenía en su pequeña mano los peluches de Iron man y Capitán América.
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Andy: Nº 3: Alfa / Beta / Omega
Izu: Nº 14: Songfic

jueves, 2 de octubre de 2014

Bingo - Las cosas que no notó.

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Semana 1
Nº 24: Handcuffed/Bound together.
Derek / Stiles 
(Teen Wolf) 
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Stiles no notó cuando el impacto hizo rodar su Jeep. No notó cuando las vueltas del Jeep hicieron que su cabeza se golpeara repetidas veces contra las ventanas. No notó el momento en que cayó inconsciente. No notó que Derek siguió en pie y luchó cuando quisieron llevárselos. No notó cuando golpearon a Derek hasta que tosió sangre, ni cuando lo sacaron a tirones del Jeep. No notó nada... 

Cuando despertó, el olor a sangre le inundó la nariz. Intentó recordar algo pero todo estaba en blanco. Cuando trató de moverse, se dio cuenta de que estaba atado. Obligó a su corazón a que se calmara, a su respiración que se regularizara, a su mente que se aclarara y a sus ojos a que se acostumbraran a la oscuridad del lugar, pero el escozor en sus muñecas, provocado por el cable que lo retenía firme, se lo impedía.

Intentó mover la cabeza y alejarse del cuerpo que tenía delante, pero las ataduras y cinta adhesiva alrededor de su torso se lo hacían imposible. 

-Déjalo, ya lo intenté. -dijo la voz de Derek, delante de él. -¿Estás herido?
-¿Cómo llegamos acá? ¿Dónde estamos?
-No lo sé.
-¿Estas curándote? Empiezas a oler a perro ensangrentado ¿Puedes olerte? ¿Lo sientes? Yo no tengo tu olfato y puedo sentir...  
-No es el momento Stiles y no... No me estoy curando. -le interrumpió Derek intentando ocultar la preocupación en su tono.

Derek se encontraba atado junto a Stiles en una incomoda mesa. Ambos sentados, con los cuerpos en la misma dirección. Stiles atrás, con las piernas abiertas para dar espacio al cuerpo de Derek, y los brazos rodeando el torso de este. Mientas Derek tenía los brazos amarrados por detrás, rodeando la espalda de Stiles.

-La gran pregunta es: ¿Qué demonios hago yo aquí, si ni siquiera estoy en esa maldita lista?
-No sabemos si nos buscan por la lista... Y estas aquí gracias a que evité que te volaran la cabeza, así que mejor mantente callado, no creo que tu presencia les agrade mucho.

Las luces se encendieron y tanto Stiles como Derek se vieron obligados a cerrar los ojos para disminuir el impacto de la luz en ellos. El característico sonido de los tacones hizo eco en el lugar, pero no fue hasta que reconocieron la voz que les hablaba, que ambos abrieron los ojos. 

-¡Pero que escena más adorable! 

Kate, sonriente, les miraba desde la esquina de una habitación prácticamente vacía, exceptuando por la mesa en donde ambos estaban atados y una batería de alto voltaje con cables en el suelo a unos pocos pasos de la mesa. 

-¿Sabes que vendrán por nosotros, cierto? -Le espetó Stiles con la voz cargada de ira.
-Es justo lo que espero que hagan... Pero odio esperar, así que apuraremos esto.

Kate tomó los cables y los conectó a los que rodeaban a Stiles y Derek.

-Para ¡Para! ¿Qué haces?
-Oh, vamos a jugar. Las reglas son simples. Llama a Scott y dile que venga a buscarte...
-No lo hagas. -le interrumpió Derek.
-No lo haré. -aseguro este.
-Sabía que se negarían así que para eso es este amiguito de aquí. O lo haces, o ambos morirán electrocutados. Al fin y al cabo, 15 millones de dolares por Derek me sustentan hasta atrapar a Scott... ¿Entonces?

Kate sacó de su bolsillo el celular de Stiles y marcó el número de Scott. El tono de marcado parecía resonar en toda la habitación. Stiles sentía que el corazón se le saldría por la garganta y Derek soportaba como podía el dolor que sentía.

-Vamos Lobito, contesta... -susurró Kate.

Dos, tres y cuatro veces alcanzó a marcar el teléfono antes de que uno de los Berserkers de Kate entrara a la habitación. Ni Kate ni su Berserker dijeron nada, pero se miraron durante lo que pareció una eternidad. Finalmente cortó la llamada.

Caminó con pasos amenazantes hasta Stiles y le tomó la cara con una mano de garras asesinas.

-¿Te han dicho que eres un chico con suerte?
-Creo que la gente no entiende bien lo que es la suerte... -dijo Stiles sin despegar su mirada de los ojos verdes de Kate.
-Déjalo Kate. A quien quieres es a Scott y a mi, deja a Stiles.

Kate le miró sorprendida por unos segundos. Soltó a Stiles, pero no dejó de mirarlo fijamente.

-Ya veo... -sonrió Kate con satisfacción. Caminó hasta quedar frente a Derek. -¿Podría ser, Derek? ¿Tú?

Stiles les miró sin comprender la complicidad entre los mayores y forcejeó para desatarse.

-Evítanos el mal rato y ni lo intentes. Lamentablemente tengo algo más que hacer, pero los dejo solos... -dijo guiñándoles un ojo. -Si eres suertudo Stiles. Solo mira a quien tienes en frente.

Stiles no podía voltear la cabeza para mirar a Kate alejarse, pero sintió que sus palabras escondían algo entre líneas que no lograba entender.

-Ah... -suspiró agobiado. -Esto definitivamente califica como cruel e inusual.

Apoyó la frente en la espalda de Derek intentando pensar y notó la sacudida de dolor que dio su cuerpo al contacto, notó que la camiseta que llevaba puesta estaba llena de rasguños y que cada rasguño tenía sangre aun fresca, notó que Derek respiraba con dificultad y que su pecho se movía de manera irregular cada vez que lo hacía. Sin embargo, no notó que Derek llevaba un rato sonrojado a causa de lo que Kate le había dicho. Stiles nunca notaba las cosas importantes. 
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Andy: Nº 10: AU - College/Highschool
Izu: Nº 8: Crossover 

jueves, 25 de septiembre de 2014

Bingo!

Este viernes comienza nuestro Bingo!
La publicación de cada Oneshoot tendrá plazo hasta el siguiente viernes de sorteo a las 8 de la noche.